viernes, 9 de noviembre de 2012

Hoy 9 de noviembre, Festividad de la Virgen de la Almudena

Madrid ha celebrado hoy la festividad de su patrona la Virgen de la Almudena. La Tradición cuenta como durante la ocupación árabe los cristianos madrileños habían ocultado en la muralla una imagen de la Virgen a la que profesaban una especial devoción. Esto ocurrió hacia el año 790. Cuando Madrid, en el siglo XI  fue liberado del dominio musulmán por Alfonso VI Rey de Castilla y León, el pueblo buscó la imagen que sus antepasados habían ocultado. No aparecía y entonces al cabo de algún tiempo organizaron una procesión para pedir la aparición de la imagen. Es tradición que cuando la procesión pasaba por delante de la muralla en la Cuesta de la Vega, se desprendió un trozo de la misma dejando al descubierto la imagen de la Virgen.
En la Eucaristía a la que he asistido hoy con motivo de esa festividad, el celebrante ha establecido en la homilía un paralelismo entre la imagen de la Virgen oculta en la muralla y nuestras convicciones religiosas, ocultas y en ocasiones escondidas muy remotamente en nuestro corazón.  Entonces la imagen estaba rodeada de un pueblo no cristiano, enemigo acérrimo de nuestra fe. Y fue necesario derrotar y expulsar a aquellos que nos impedían bajo amenazas sangrientas encontrar a nuestra Virgen.
Hoy, nuestras convicciones, están rodeadas por enemigos muy peligrosos que las amenazan seriamente: el indiferentismo, el laicismo, el relativismo, un racionalismo a ultranza, las costumbres cada vez más liberales, etc., enemigos de nuestra fe, muy sutiles, suaves y silenciosos. Y como hace diez siglos es necesario derribar esta nueva muralla para que reconquistemos la nueva Vida, la nueva felicidad, que solo la encontraremos fuera de esa muralla en el reencuentro con Dios en una nueva reevangelización.  
En auxilio de todos viene el Año de la Fe. Si nos detenemos un momento en el frenesí de la vida diaria  si recapacitamos y con humildad  abrimos nuestro corazón a Dios, su Gracia nos inundará de nuevo y nuestros corazones se habrán librado de las murallas modernas que los atenazaban.  Sin duda seremos más felices, como aquellos madrileños antepasados nuestros.
Bastante mejor que lo aquí expresado fue la lección que esta mañana se nos impartió. Me hubiera gustado trasladarla íntegramente, pero.....

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