domingo, 12 de junio de 2016

La homilía de Don Julián para el domingo 12 de junio de 2016

Deuda de amor.
Quizá alguna vez te ha sucedido haber dicho o hecho algo que ha lastimado a alguien que apreciabas y cuando te diste cuenta ya era demasiado tarde, y no podías dar marcha atrás, sólo esperar que la persona ofendida te diera su perdón aunque no lo merecías. Y tal vez para obtenerlo procuraste “hacer méritos” y te esforzaste por tratar a esa persona con especial cuidado y aprecio.
Cuenta una señora que había unas “hermanas” que cantaban en la radio: “Dulce Reconciliación”. Ella pensaba que era un anuncio de una golosina, pero luego, alguien le aclaró que se trataba de una canción que llevaba ese título porque en verdad es dulce reconciliarse con quien se ha estado distanciado. No son pocas las parejas, los amigos, los parientes que han después de haber estado enfadados.
Interesante ver que tanto quien desea ser perdonado como quien ha sidoperdonado se esfuerzan en mostrar más amor una vez reconciliados.
Parece que el amor es el ingrediente esencial para antes y para después del perdón.
En el Evangelio que se proclama este domingo en la Misa (ver Lc7, 36-8,3), Jesús pronuncia
una frase muy significativa. Refiriéndose a una mujer de mala vida que le había mostrado su
arrepentimiento y amor, en comparación con un fariseo que lo había desatendido y criticado dijo: "sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho (ha mostrado mucho
amor). En cambio, al que poco se le perdona, poco ama (poco amor muestra)." (Lc7,47).
El Señor se fija más en el amor que alguien da que en los pecados que dicha persona ha cometido. Ello me recuerda lo que aconsejaba San Francisco de Sales: que quien caiga en alguna falta se dedique a compensar esa caída realizando muchos actos de amor; que no se atore atormentándose
por el mal que hizo sino se dedique a repararlo haciendo el bien.

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