domingo, 25 de octubre de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 25 de octubre de 2015


Hay muchas cosas que pueden cegarnos los ojos del amor, los ojos del corazón El placer convertido en vicio, el ansia descontrolada de dinero, el deseo de prestigio para dominar… El más ciego de los ciegos es quien pierde la visión del amor. Quien ve a través del amor, ve aunque la oscuridad del egoísmo le persiga.
Cuando las Fuerzas Aliadas liberan a los judíos de los campos de exterminio, los soldados veían a aquellas personas como sombras. Tenían que mirar varias veces antes de creer que eran personas humanas, pues la hambruna y los sufrimientos los habían reducido a piel y huesos.
Lo que los ojos de los soldados se resistían a reconocer como personas, era consecuencia de personas sin escrúpulos, ciegos morales, corazones y mentes sin Dios. “¡Si no existe Dios todo está permitido!”. Sin Dios, “el hombre es el lobo del hombre”.
Los cristianos pueden sufrir cegueras egoístas, pero saben, como el ciego Bartimeo, que acudiendo al Señor recobrarán la vista.
Narraba un joven:
“Yo me quedé enredado en las drogas hasta terminar en prisión. Me burlaba de todo lo religioso. ¡Confesarme, jamás! Un día asistió a Misa y se confesó sin ánimo de cambiar. Salió de la prisión, se buscó un trabajo… se casó, tuvieron hijos. ¡Salí de las redes de la droga y los barrotes de la cárcel y caí en las redes del amor de Cristo y de mi familia!”.
Dentro de unos días celebrarán Halloween. La gente se disfraza, casi siempre de muertos, vampiros, o personas destrozadas por haber sufrido un accidente. Las madres disfrutan disfrazando a sus hijos tan macabramente, pero cuando muere el abuelo/a, los ocultan a la vista de sus hijos, porque “pueden traumatizarse”. ¿Quién lo entiende?
Jesús nos sigue preguntando: “¿Qué quieres que haga por ti?”. Y muchos en vez de pedirle buena visión para amar y descubrir el amor en los demás, le pedirán placeres locos, dinero sin límite y prestigio dominante.
Piensen unos momentos: ¿qué quieren que haga, Jesús, por ustedes?
 
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domingo, 18 de octubre de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 18 de octubre de 2015



¿Quién es importante? Aquél que arriesga lo propio para hacer feliz a los demás. Aquél sirve dando, aunque sean pequeñas gotas de vida, en vez de ir arañando corazones e intoxicando pensamientos.
Para Jesús ser importante conlleva servir a los demás hasta perder la comodidad propia. ¿Quieres ser importante? Entonces, ¿estás dispuesto a poner por delante de ti a tu esposa/o, a tus hijos, a tus amigos? El deseo de ser más, de vivir mejor, es legítimo y bueno siempre que no sea a costa de “pisar” a los demás.
LA TAZA DE CERÁMICA
Se cuenta que una vez en Inglaterra existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de esas tiendas favoritas era donde vendían vajillas antiguas.   – ¿Me permite ver esa taza?, preguntó la señora. –Nunca había nada tan fino como eso.   En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que comenzaba a hablar.   –Usted no entiende, que no fui siempre la taza que tiene ahora entre sus manos. Hace mucho tiempo sólo era un montón de barro sin forma y sin belleza. Mi creador me tomó entre sus manos, me golpeó y me amoldó cariñosamente. Cuando le gritaba porque me dolía, simplemente me decía: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor. Me pregunté por qué mi creador querría quemarme. Pero de nuevo escuché su voz: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Finalmente, se abrió la puerta del horno, mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. Estaba ya tranquila, cuando de nuevo mi creador me empezó a cepillar y a pintar.  Quise resistirme y le gritaba que me dejara, pues aquella pintura era horrible y desagradable. Pero de nuevo me habló con cariño: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Al fin dejó de pintarme, pero de nuevo me metió al horno, mucho más caliente que el anterior. Grité, lloré y pedí que me sacara de aquel sofocante calor. Y de nuevo su voz: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Sentí que me moriría y, justo cuando estaba a punto de darme por vencida, se abrió la puerta del horno, me tomó cariñosamente entre sus manos y me dejó de nuevo en la repisa para que me enfriara. Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: “Mírate. Esta eres tú”. ¡Yo no podía creerlo! Lo que veía era hermoso. Mi creador nuevamente me dijo: “Yo sé que te dolió haber sido golpeada y modelada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas no hubieras sido más que un barro cada vez más seco e inservible. Todo lo hice para que fueras una hermosa taza, llena de belleza y de color, admirada por muchos y útil para dar alegría a muchos caminantes sedientos. Ahora eres un producto terminado. Eres lo que siempre soñé que fueras cuando te empecé a formar”.
 
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domingo, 11 de octubre de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 11 de octubre de 2015


¡Fatalidad! Al rico no le agrada el consejo que le da Jesús. El cielo no se gana por rezar muchos salmos, sino por ser alegres servidores del Evangelio. Para heredar la vida eterna hay que desprenderse y alejarse de las posesiones inútiles que día a día cargamos sobre nuestra alma y corazón. ¿Y qué son esas “posesiones inútiles”? Todo lo que nos aleja de Dios.
Todo lo que nos impide vivir el cristianismo con sencillez y alegría.
Joseph, veterano de la Guerra Civil de Estados Unidos se casó, pero en menos de un año su esposa lo dejó y se divorció de él. A Joseph le dio por la bebida durante diez años. Un día le dio por leer la Biblia y se convirtió al catolicismo, y tres años después, llegó a la isla de Molokai, Hawái, para ayudar al Padre Damián en el cuidado de los leprosos. Sirvió a los leprosos cuarenta y cuatro años hasta su muerte. Y es que quien vive con el corazón abierto a Dios puede hacer de su vida una maravillosa odisea.
Sabemos que la vida eterna es un regalo que Dios nos ofrece, no porque nosotros podamos comprar por muy buenas obras que hagamos. Pero las buenas obras son muestras palpables de decirle a Dios que agradecemos su ofrecimiento y que nos esforzamos en ser buenos discípulos de Cristo, porque si una persona tiene hambre y no la atendemos, ¿no estamos cerrándonos a la gracia que Dios nos ofrece? ¿Puede haber Fe donde no hay caridad, donde no hay amor?
 
Un fraile estaba descansando bajo un árbol. De pronto llegó un asaltante y le dijo:
-         Dame la piedra preciosa que llevas
El sacerdote la extrajo de su bolsa y se la dio. Era un diamante.
El asaltante se alejó lleno de orgullo. ¡Era rico! Pasó la noche dando vueltas, incapaz de dormir. Pensaba:
-         Quizás me la roben. O incluso me maten para robármela. El miedo lo invadía.
Así que regresó en busca del fraile y le dijo:
-         Te obligo a que me des la riqueza y la paz que te permitió a ti deprenderte del diamante y vivir como rico. Y te devuelvo el diamante.
La paz de espíritu y de conciencia vale más que todas las riquezas materiales, así que desprendámonos de toda riqueza superficial, que son alas de plomo o de cera que no nos permiten volar o caminar tras Cristo, y seremos libres y felices.

domingo, 4 de octubre de 2015

La Homilía de Don Julián para el domingo 4 de octubre

¿Han visto la película o el Musical “La Bella y la Bestia”? Una lección que se saca es que no es tan importante la belleza, mejor es amar y ser compasivo. ¡Amor y compasión! Sacrificio con amor, no es sacrificio, sino buscar la felicidad para la persona que se ama.
¿Por qué no te casas ?

La respuesta del amigo es:

-         Para hacerme compañía me he comprado una mascota. Es sumisa y siempre está a mis órdenes.

¡Pobre hombre! No sabe, o lo quiere ignorar, que los animales nos acompañan por instinto de supervivencia, no por amor o lealtad. Si alguien le ofrece a nuestro perro un hueso o trozo de carne mejor que el nuestro, nos abandonaría y se iría con él. ¡Sí! ¡Sí! Ya sé que muchos de ustedes están pensando: “¡Eso lo hacen muchas personas también!”, “Mi esposa/o me dejó por otro/a que era más joven o tenía más dinero…”. Esto sucede hoy con bastante frecuencia. ¡No había amor ni comprensión! ¿Qué es una persona que carece de amor y de comprensión?
San Juan Crisóstomo decía que el hombre y la mujer se unían en matrimonio no porque fueran totalmente iguales, sino porque se aman y unen sus vidas inseparablemente en la fidelidad. Y las adversidades serían superadas si el amor humano se va alimentando del Amor divino.
Don Federico Sopeña contaba una anécdota de D. Isaac Albéniz, ocurrida en París. Albéniz estaba casado desde muy joven, y un día su esposa, en España, recibió un telegrama en el que Isaac, su esposo le decía: “Ven pronto, estoy gravísimo”.
La esposa fue a toda prisa. En la estación de París estaba su esposo esperándola rebosante de salud y felicidad.
-         Pero, ¿no estabas gravemente enfermo? – le preguntó la esposa.
-         Sí, contestó Albéniz. Estaba empezando a coquetear con otra.
El coqueteo con otra u otro, por inocente que parezca, es una grieta que se abre en el amor y convivencia y que terminará en hundimiento matrimonial
 
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