domingo, 27 de septiembre de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 27 de septiembre de 2015

 
Jesús tiene unas palabras fuertes en el evangelio de hoy. Dice que más vale perder una mano, un pie o un ojo que ser arrojado a Gehena (“Lugar de castigo”): un lugar, dice, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Jesús está hablando del infierno. Es un tema difícil – algo que muchos predicadores, evitamos. Él mismo lo mencionó muchas veces.


Aunque define al infierno como “Gehena”, ¿qué es “Gehena”? Era un valle fuera de Jerusalén con una mala historia. Ahí los israelitas que adoraban a otros dioses, ofrecían niños pequeños en sacrificio – con fuego. (II R 23: 10; Jer 7:31, 32:33). El profeta Jeremías maldijo el lugar y Gehena se convirtió en un basurero. Ardía constantemente y daba un olor insoportable.
Entonces cuando Jesús habla de ser arrojado al Gehena, está advirtiendo sobre un lugar horrible.
Entonces, ¿qué es el infierno? El catecismo lo define así, “estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados”. Una persona llega al infierno, dice el Catecismo cuando muere en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordiosos de Dios”.

La doctrina del infierno afirma la libertad humana, en una forma radical. No solamente como usted pasa esta tarde, ni solamente como pasa el próximo fin de semana, ni solamente como pasa la jubilación. Estamos hablando de como usted pasa la eternidad. Una vez para citar el Catecismo: “Nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno”. Es interesante que algunos nos acusan de ser “anti-elección”. Al contrario, subrayamos la elección humana. Creemos que Dios ha puesto dentro de nosotros un poder casi ilimitado para escoger. Podemos escoger si pasamos a la eternidad con Dios o separado de él. Nadie puede evitarlo: ¡Hay que escoger!
Nuestra sociedad tiene una fuerte “mentalidad de víctima” que nos influye a todos. Si las cosas van mal, echamos la culpa a otros. La enseñanza de Jesús nos afirma que tú y yo somos libres.

Los españoles solemos decir: “Yo con mi vida hago lo que me da la real gana”. SI es así, asumamos que de nosotros depende que nuestra vida termine en comedia para reír o en tragedia para llorar. En ser Ciudadanos del Cielo o basura de Gehena.“
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domingo, 20 de septiembre de 2015

La Homilía de Don Julián para el domingo 20 de septiembre de 2015

Las lecturas de hoy nos advierten de un pecado que ensucia la mente y el corazón. Es la envidia. En el libro de la Sabiduría (2, 17-20)quieren eliminar al hombre justo porque les hace sentirse mal”. El apóstol Santiago (3, 16-4, 3) identifica la envidia como fuente de conflictos y de guerras.
La envidia es un deseo de ser superiores a los demás y nos conduce a la tristeza cuando vemos a los demás con más fortuna, mejor trabajo, más atractivos. La envidia nos empuja al odio.
En la “Divina Comedia”, Dante describe una cura para la envidia. Cuenta de una señora llamada Sapia que estaba tan llena de envidia que se alegraba de la caída en desgracia de su pueblo pues así veía arruinados a los que ella odiaba. Luego se arrepintió y al morir tuvo que pasar un tiempo en el purgatorio. Y para salir de él, ella con los ojos vendados, tuvo que poner su mano sobre el hombro de otra persona para encontrar el camino que conducía al Cielo. ¡En vez de envidiar aprende que necesitas a los demás!


Todos, por dioses que nos creamos, dependemos de Dios aunque como Buen Padre nos da libertad. Pero nunca nos falta su amor. Y todos dependemos de todos. Depender sí, dependencia no. Un verdadero cristiano tiene:
-         Seguridad en sí mismo para permanecer sólo.
-         Coraje para tomar decisiones difíciles.
-         Audacia para vivir la vida con amor y pasión.
-         Ternura para escuchar y socorrer las necesidades de los demás.
Un abuelo le decía a un nieto:
-         Dentro de nosotros llevamos un lobo y un ángel. El lobo está siempre enfadado, es envidioso y vengador. El ángel está lleno de amor y compasión.
El nieto preguntó:
-         “Abuelo, ¿cuál es el más fuerte de los dos?”.
El abuelo respondió:

-         “Aquel al que alimentemos”.

Isabel de Hungría se quitó en la iglesia, ente la cruz del Señor, el aro de oro que ceñía sus sienes y que era el adorno propio de su rango. Por ello la reprendió su suegra, más ella le contestó:
“Cristo, nuestro Señor, fue coronado con corona de espinas. ¿Cómo, pues, he de arrodillarme yo ante su imagen con corona de oro? No sería digno”.

domingo, 13 de septiembre de 2015

La homilía de Don Julián para el domingo 13 de septiembre de 2015


24TO. El Hijo del Hombre tiene que padecer, 13 Sep. Mc 8, 27-35
 


¿Por qué la Cruz no es horrenda ni despreciable para los cristianos? Porque es la expresión de amor “hasta el extremo” de Cristo por todos los hombres.
El Papa Juan Pablo I preguntó a unos niños cual era la primera letra del alfabeto de Dios. Uno de los niños dijo: “A”, la A. El Papa le dijo que no. La primera letra del alfabeto de Dios es la Cruz, le dijo. Desde Adán y Eva, toda la creación, la historia humana miraba a la Cruz.
En el Evangelio de hoy, Jesús pregunta a sus discípulos “quién es Él”. Los apóstoles le podrían haber respondido: Tú eres la savia de vida eterna que brotará y salvará desde la Cruz.
La Cruz como manantial de Salvación es la señal del cristiano. No porque en ella muriese Cristo, sino porque desde ella Cristo venció a la muerte, venció a Satanás.
¿A qué les suena mal la palabra “Satanás”? Pero Satanás es el mejor enemigo del hombre. Siempre está presente para ofrecer un poco de escape: un poco de alcohol, unos minutos de pornografía, unos chutes de droga… así pone en el corazón de las personas intranquilidad, insatisfacción, ansias de poder, furia incontrolada… hasta que consigue convertir al hombre en un estercolero, en una ruina.
Pero Cristo nos dice que el camino de la felicidad está en seguirle a Él: “Toma tu cruz y sígueme”.
Un científico creyente, mediante un test quiso hacer ver a sus colegas que Dios había creado el corazón de los hombres para cosas grandes y llenas de amor y ternura. Así que en el test le preguntaba:
Intenta nombrar a:
1.      Las cinco personas más ricas del mundo.
2.      Las cinco últimas Miss Universo.
3.      Los cinco últimos cinco directores premiados con los Oscar.
4.      Los cinco últimos equipos ganadores de la Liga de Campeones.
Pocos recordarán esos nombres. La consecuencia es clara: los aplausos se apagan. Los premios se olvidan. Y ahora, otra prueba: Intenta recordar los nombres de:
1.      Profesores que han dejado huella en tu vida.
2.      Tres amigos que han estado a tu lado en momentos difíciles.
3.      Cinco personas que te han transmitido enseñanzas valiosas.
4.      Cinco personas con quienes pasarías a gusto una jornada.
La consecuencia es clara: Las personas que dejan huella en tu vida no son los que “se comen el mundo” con sus records o sus dineros, sino las personas que orientan su vida hacia los demás.

Y un consejo: “No te angustie la idea de que hoy pueda llegar el fin del mundo. Ahora mismo está comenzando ya el día de mañana, en otro continente”.

domingo, 6 de septiembre de 2015

La Homilía de Don Julián para el domingo 6 de septiembre de 2015

Domingo 23 del Tiempo Ordinario
"Oían los sordos y hablaban los mudos"... (Mc 7, 31-37

La Curación del sordomudo es el segundo milagro que Jesús realiza en tierras paganas. El primero fue a la mujer sirofenicia que solicitó que curara a su hija.
Jesús rehuía toda apariencia de magia o curandero, tanto de gestos y palabras. Ante el sordomudo Jesús se expresa con gestos, lenguaje que sí entendía el sordomudo. Y es que Jesús se acopla al lenguaje de cada corazón de las personas.
Jesús quiere estar en nuestros corazones, curar la sordera de cada uno de nosotros porque oímos mucho, pero no escuchamos. Quiere curar nuestra palabrería que nos convierte en mudos ante la mentira y las injusticias.
Hay que pedirle al Señor que abra nuestros oídos a sus palabras, a su voz. ¡Valentía, valentía, Señor, es lo que necesitamos! Valentía para ESCUCHAR lo que Jesús nos dice a través de las páginas del Evangelio, y valentía para hablar del Evangelio a las personas que tenemos a nuestro lado.
Disputaban dos amigos sobre la existencia del alma. Tras larga y enconada discusión dijo uno al otro:
-         Definitivamente, tú no tienes alma.Se puede saber por qué? – preguntó el otro.
-         Sencillamente porque no la veo.
-         Entonces tú no tienes entendimiento, pues no se te ve por ningún lado.

Hay un libro llamado Marcha de la locura. En él, la historiadora, Barbara Tuchman, da ejemplos de esos gobiernos que actuaron contra los intereses propios y trajeron la destrucción sobre ellos mimos. Siguieron políticas desastrosas y a la ligera. El ejemplo clásico es el Caballo de Troya. Muchas personas advirtieron a los troyanos que era un truco, una trampa. Pero ellos no escucharon, ignoraron esta advertencia. ¡Ya sabemos lo que ocurrió!
-           Todo católico debe de interesarse por la política, pero no poner su esperanza en ella, sino en Cristo.
-         Todo católico debe escuchar a cualquier persona, pero la verdad plena sólo la posee Jesucristo.
-         Todo católico debe dar su opinión, hablar de lo que ocurre, pero jamás exaltando los defectos de nadie.
¡Escuche la Palabra de Dios y comuníquela.

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